domingo, julio 29, 2007
“A grandes males, grandes remedios”
21391 jóvenes de 15 a 34 años murieron o resultaron heridos graves en accidentes de tráfico en 2005. Más de la mitad del total de víctimas. Son datos del informe de la DGT. En el mismo, se observan índices significativamente altos entre las 23 horas y las 8 de la mañana, sobre todo entre jueves y domingo.
El 77% de jóvenes son consumidores habituales de alcohol. “España es el país de la Unión Europea con mayor proporción de consumidores de cocaína, con cifras de consumo parecidas a las de Estados Unidos, y el porcentaje de jóvenes entre 14 y 18 años que han consumido cannabis en los últimos 12 meses se ha duplicado en los últimos diez años”. Noticia publicada en la web del Ministerio de Sanidad.
Los últimos datos del MEC sobre fracaso escolar están cifrados en el 29.6%. A lo que habría que añadir un porcentaje no publicado de jóvenes que no llegan a 4º de ESO. Son índices que sobrepasan en más de 5 puntos la media de la OCDE.
A todo esto se le puede llamar grandes males. Nuestra juventud está tocada. Nos estamos cargando a las jóvenes generaciones.
Los síntomas de la enfermedad son evidentes. ¿Las causas? Cada cual hace su propia valoración –unas más interesadas que otras-. Sí puede haber unanimidad en los responsables de la situación: la sociedad adulta (familias, profesores, autoridades estatales, regionales y locales, medios de comunicación y un largo etcétera); aquí, nadie se libra.
Algunas preguntas que me formulo al respecto, como padre y como profesor:
¿Por qué las leyes no protegen a nuestra juventud del “narconegocio”?
¿Por qué el único ocio que se les ofrece es la borrachera, botellón por ejemplo, o la disco, con todos los rituales asociados?
¿Por qué hay un hiperprocteccionismo hasta los 13 años y a partir de entonces el puberto goza de absoluta libertad, con total inhibición de familia y sociedad?
¿Por qué se consiente que los negocios del espectáculo cierren a las tantas de la madrugada, mientras que nuestros vecinos lo hacen muchísimo antes?
¿Por qué nuestra sociedad cobardona, amparada en lo políticamente correcto, pretende resolver hipócritamente la educación en valores mediante una asignatura como Educación para la Ciudadanía?
¿Por qué ha caído en picado el asociacionismo cultural, deportivo, político, sindical entre nuestros jóvenes?
¿Por qué una sociedad pretendidamente progresista, que ofrece todos los derechos a los jóvenes, no les exige ningún deber? ¿Menos consumismo y más voluntariado, algún servicio gratuito a la sociedad?
Las respuestas a estas preguntas, u otras similares, pueden ser los grandes remedios. Son remedios políticos en la mayoría de casos, que requieren una ciudadanía activa, organizada y convencida. Busquen tales remedios en los programas electorales de nuestros partidos políticos. ¿!
El 77% de jóvenes son consumidores habituales de alcohol. “España es el país de la Unión Europea con mayor proporción de consumidores de cocaína, con cifras de consumo parecidas a las de Estados Unidos, y el porcentaje de jóvenes entre 14 y 18 años que han consumido cannabis en los últimos 12 meses se ha duplicado en los últimos diez años”. Noticia publicada en la web del Ministerio de Sanidad.
Los últimos datos del MEC sobre fracaso escolar están cifrados en el 29.6%. A lo que habría que añadir un porcentaje no publicado de jóvenes que no llegan a 4º de ESO. Son índices que sobrepasan en más de 5 puntos la media de la OCDE.
A todo esto se le puede llamar grandes males. Nuestra juventud está tocada. Nos estamos cargando a las jóvenes generaciones.
Los síntomas de la enfermedad son evidentes. ¿Las causas? Cada cual hace su propia valoración –unas más interesadas que otras-. Sí puede haber unanimidad en los responsables de la situación: la sociedad adulta (familias, profesores, autoridades estatales, regionales y locales, medios de comunicación y un largo etcétera); aquí, nadie se libra.
Algunas preguntas que me formulo al respecto, como padre y como profesor:
¿Por qué las leyes no protegen a nuestra juventud del “narconegocio”?
¿Por qué el único ocio que se les ofrece es la borrachera, botellón por ejemplo, o la disco, con todos los rituales asociados?
¿Por qué hay un hiperprocteccionismo hasta los 13 años y a partir de entonces el puberto goza de absoluta libertad, con total inhibición de familia y sociedad?
¿Por qué se consiente que los negocios del espectáculo cierren a las tantas de la madrugada, mientras que nuestros vecinos lo hacen muchísimo antes?
¿Por qué nuestra sociedad cobardona, amparada en lo políticamente correcto, pretende resolver hipócritamente la educación en valores mediante una asignatura como Educación para la Ciudadanía?
¿Por qué ha caído en picado el asociacionismo cultural, deportivo, político, sindical entre nuestros jóvenes?
¿Por qué una sociedad pretendidamente progresista, que ofrece todos los derechos a los jóvenes, no les exige ningún deber? ¿Menos consumismo y más voluntariado, algún servicio gratuito a la sociedad?
Las respuestas a estas preguntas, u otras similares, pueden ser los grandes remedios. Son remedios políticos en la mayoría de casos, que requieren una ciudadanía activa, organizada y convencida. Busquen tales remedios en los programas electorales de nuestros partidos políticos. ¿!
Etiquetas: accidentes, alcohol, asociacionismo, ciudadanía, droga, fracaso escolar, jóvenes, noche, partidos, política, voluntarios